miércoles, 7 de octubre de 2020

CIENCIA, RELIGIÓN Y ÉTICA

Como en algún otro lugar, citando a un autor, hemos escrito, todo hombre, como toda civilización, persigue el Bien (Religión), la Verdad (Ciencia) y la Belleza (Arte), a través de la voluntad, la inteligencia y la sensibilidad. Para que haya, por eso, salud psíquica en el hombre, y salud cultural en la sociedad, se precisa que haya equilibrio y armonía entre estas diferentes potencias o capacidades humanas. Hubo un tiempo lejano en que existieron armónicamente fusionados en el hombre y en su cultura lo bueno, lo verdadero y lo bello. Con la llegada, sin embargo, de la Modernidad se separa lo verdadero (Ciencia) de lo bueno (Religión) y de lo bello (Arte); se separan inteligencia, voluntad y sensibilidad. Y esta separación, en el caso de la Ciencia y la Religión -que es entre las que mayor alejamiento se dio-, llega a convertirse en oposición. En el transcurso de la confrontación, la Ciencia terminó tornándose cientificismo, ideología que pretende sustituir en sus funciones a la religión.



    Con la modernidad, decimos, arranca el conflicto entre ciencia y religión, El advenimiento de la modernidad está ligado a la visión científica de la realidad. Al especificar una visión, se está indicando que existen otras posibles visiones de la realidad. Por ciencia se entiende una actividad de la inteligencia motivada por el deseo de conocer, y, a la vez, el conocimiento resultante de esa actividad. Este saber científico no es lo que pudiera calificarse de un saber sapiencial, aquel que considera los fines o sentido de la vida humana, el bien y el mal, el recto obrar, los juicios de valor..., y juzga todas las cosas por sus causas más altas o últimas; tampoco es un saber contemplativo, que escudriña el ser y/o verdad de las cosas en su dimensión espiritual/no material; ni tampoco un saber hermenéutico, que, como su nombre indica, busca el sentido a las cosas.


   El saber científico es un saber operativo, es decir, un saber orientado a la transformación del mundo. Esta tendencia congénita le hace cada día a la ciencia más inseparable de la técnica. Actualmente la interdependencia de las esferas científica y tecnológica es tal, que, así como la ciencia genera tecnología, ésta, a su vez, genera sus propias ciencias. Hoy ciencia y tecnología se relacionan e interaccionan recíprocamente hasta tal punto, que el avance del conocimiento científico se basa, en gran medida, en el auge de la tecnología.

 


    En cierto sentido, la armonía entre ciencia y religión no es tarea fácil. El órgano de la ciencia es la razón, el de la religión, en cambio, es la fe religiosa. De cualquier forma, por distintas razones y motivaciones,  la culpa de las desavenencias entre la ciencia y la religión hay que achacarlas tanto a los creadores de la ciencia como a los responsables de la religión. Desde mediados  del siglo XX, sin embargo, ha ido imponiéndose la idea de los que ya hablan de coexistencia y posible compatibilidad.  Bien planteado y entendido el problema, nunca debió haberse dado, efectivamente, el conflicto. Partiendo de un diseño inteligente del mundo, como debe hacerlo el creyente, lo único que hace la ciencia en sus intentos  es descubrir ese diseño divino oculto en el mundo desde el primer momento de la creación. Recurriendo a la teoría agustiniana de la creación, Dios creo todas las cosas en un único y mismo principio. A unas las creó con existencia real en el primer momento, es decir, en acto. A otras, en cambio, las creó en potencia, es decir, simplemente las dejó sembradas, esto es, con posibilidad de algún día poder germinar y existir. Son estas semillas que Dios sembró y esparció en el inicio  del mundo, las que la ciencia va descubriendo en el transcurso de la historia de la humanidad.


    Aunque teóricamente hoy no parece haber motivos infranqueables para enfrentarse la ciencia como tal con la religión, en la praxis, sin embargo, en nuestros días vuelve a hablarse de enfrentamiento. ¿Dónde radica  hoy fundamentalmente el desacuerdo? En la ciencia ética. Más concretamente, en la bioética. La ética es la ciencia normativa que estudia la bondad o maldad de los actos humanos. La bioética es aquella parte concreta de la ética que estudia la bondad o maldad de los actos humanos en relación con la vida. La ciencia responde a sus logros y  problemas con las luces de la razón, la religión, en cambio,  responde a esos mismos problemas con la luz de la fe religiosa. Y, de momento,  todavía no se ha llegado a lograr un  “consenso ético” o “universo moral” compartido, en el que  queden integradas las distintas cosmovisiones implicadas: la  científica y la religiosa.


    Parece obvio pensar que sólo la conjunción e integración y armonización de todos los distintos conocimientos, es capaz de proporcionarnos una visión total y armónica del hombre y del mundo. De ahí la importancia de buscar la armonía entre todos los conocimientos en el actuar humano. De volver a buscar, en definitiva, la armonía entre lo verdadero, lo bueno y lo bello.

 

                                                              Isaías Díez del Río