domingo, 18 de febrero de 2018

SENSIBILIDAD POSMODERNA Y POSVERDAD RELIGIOSA



La posmodernidad es el puerto en el que desembarcó la evolución de la modernidad.  Eso ya nos dice que la posmodernidad se caracteriza por algo específico que la diferencia de la modernidad. Así como el órgano definitorio de la modernidad es la razón, el órgano específico de la posmodernidad es el sentimiento. La depreciación y detrimento de la razón va acompañada del mayor afianzamiento y notoriedad del sentimiento.



Según los analistas del fenómeno cultural posmoderno más relevantes del momento (Habermas, Lyotard, Sloterdijk, Guattari, Derrida, Deleuze, Baudrillard, Vattimo, Eco, Vitiello, Rorty,  Lipovetsky, etc...), frente a los valores específicos del modernismo, el pensamiento posmodernista, valora y enfatiza, entre otros muchos:

-  lo vital/existencial sobre lo lógico y racional

-  la opinión sobre el pensamiento/idea

-  el sentimiento sobre la razón

-  el sincretismo sobre la unidad de creencia

-  el irracionalismo completo sobre el racionalismo absoluto

-  lo privado y personal sobre lo público y social

-  la subjetividad sobre la objetividad

        - los impulsos y las estimaciones personales sobre los valores y   normas obje­tivo.





   Esta corriente o moda cultural, que define el “espíritu del tiempo”, se caracteriza por el predominio en la vida práctica del “principio del placer” sobre el “principio de la realidad”. El desarrollo sin medida de esta nueva sensibilidad cultural ha llegado hasta el extremo de llevar a un autor a poder calificar a nuestro tiempo como “La era del sentimentalismo salvaje” (F. J. Contreras).

   Decíamos en anterior artículo que por “posverdad” se entiende la predominancia que en los comportamientos y las decisiones humanas tienen las emociones y las creencias o deseos personales sobre los hechos objetivos y las verdades racionales. Pues bien, este evidente cambio de paradigma cultural de ver e interpretar el mundo tanto y más desde el sentimiento que desde la razón, tiene también por necesidad su traducción en el mundo de la religión. Esto quiere decir que entre sensibilidad posmoderna y posverdad religiosa hay una cierta cercanía/vecindad y relación. O, lo que es lo mismo, la posverdad religiosa se mueve y florece con igual o mayor facilidad    en el campo de la sensibilidad cultural posmoderna que en el de la modernidad. ¿Acaso la fe no es un asentimiento a realidades/verdades a las que le es imposible al hombre llegar por la sola luz de la razón? ¿Qué es la fe sino “la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1)?



   Todo credo religioso tiene un cuerpo de verdades de fe, a las que sus fieles se adhieren y confiesan. Pero, ¿en el abrazo a esas verdades de fe qué elemento o factor interviene más: la razón o el sentimiento/corazón? En algunas religiones, p.e. la católica, muchas de esas verdades superan la capacidad racional del hombre, lo que significa que el fiel las abraza tanto más por sentimiento que por convencimiento racional. Y eso es lo que cae dentro del campo de lo que denominamos posverdad religiosa: el asentimiento a la verdad religiosa por el sentimiento tanto y más que por la razón.


   Para que una religión pueda mantener impoluta su vitalidad, todo cambio cultural debe conllevar el correspondiente cambio en la religión. Este cambio de actitud y de mentalidad ante las verdades religiosas –en el catolicismo no pocas calificadas de dogmas- se está notando en asiduas manifestaciones de la propuesta/predicación católica actual. De ahí ese pequeño cisma, del que algunos hablan, en la iglesia actual entre los llamados “progresistas” –incluido el Papa Bergoglio -, que, siguiendo las orientaciones del último Concilio, buscan la renovación y el “aggiornamento” de la religión, y los “conservadores” de siempre, que defienden su inmutabilidad. A un extremo, como es el “posmodernismo”, no es extraño que le surja en la sociedad su contrario, en este caso el “neoconservadurismo”.



   Esta disparidad o incompatibilidad de pareceres –que suele traducirse en cierta inquietud religiosa-, puede fácilmente entenderse si partimos del hecho de que, aunque a nivel teórico el pensamiento posmoderno excluye y rechaza todo teísmo, en la praxis de la vida cotidiana la posmodernidad es perfectamente com­patible con la creencia y prácticas religiosas. Es más, la sensibilidad posmoderna ha generado una nueva manifestación del hecho religioso: la creencia y práctica religiosa light, o, como otros prefieren llamar, religiosidad "blanda" o religión "a la carta".
                                           
                                        Isaías Díez del Río